martes, 16 de noviembre de 2010

Copia certificada



Hay películas –sobre todo, malas películas- cuya principal finalidad es la de servir de espejo, espejito mágico de su director. Un espejo, espejito mágico en el que poder mirarse, reconocerse y exigir el reconocimiento: “Ah, ¡ese soy yo! ¡Mirad!” Copia certificada, al contrario que esas reproducciones del ego personal a tamaño cinematográfico, busca gustar y no gustarse, recrear y no recrearse, constituyendo un perfecto ejercicio y alarde de seducción. Impacta, captura, duele y embelesa hasta alcanzar, en su remate, aquel éxtasis del aire cuando pesa y hace improductivas las palabras.



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