Cuando alguien me dice que odia una película en lo primero pienso no es en la película odiosa sino en el odiador de la película. Cuando de la indiferencia (que es el estado natural ante el arte malo) se pasa al odio, es que el contexto ha influido decisivamente en la sensación. Por ejemplo, uno no puede odiar "naturalmente" un cuadro de Matisse (¿quién puede odiar unas rayas de colores?) pero si por ver ese cuadro u otros semejantes alguien se pierde el partido del siglo entonces sí que es probable que la visión de esos mismos rayajos le despierte unas tremendas ganas de pulverizarlo con una motosierra. Yo odio Misión Imposible 2 porque aguantándome el pis casi me quedo sin riñones, mi hermana odia Training Day porque viéndola se le perdió la cartera, Marta odia La Búsqueda porque aquel día ingresaron a su padre... Cuando una película exige al espectador más que a sí misma tiene el peligro de no encontrar la complicidad necesaria para producir emociones. Por eso para ver una película como En el valle de Elah, con tantas miradas, con tantos silencios, con tantas sensaciones que interpretar, más vale estar dispuesto a la colaboración. Porque ella sola no va a ninguna parte.
5 comentarios:
Hola Petrarca! No sabía que también hacías mini-críticas de cine. :)
Muy buena esta de En El Valle de Elah, sobre todo el final.
Cuando tenga un ratejo te enlazo.
Saludos.
PD: Supongo que ya estarás metido, pero te recomiendo Film Affinity.
Hola Roi. Pues sí, creé este blog en un instante de aburrimiento pero creo que, con el tiempo, se puede convertir en un sitio de referencia para el mundo del cine XD
Ahora entiendo por qué me dijo Vd. lo de cambiar la primavera. No sabía de esta maravilla; le leeré por aquí antes de ir al cine.
En realidad no te lo dije por éste sino por el nuevo blog de C.C. Buxter. Pero igual vale. :)
Vaya, vaya... ¡habláis de mí a mis espaldas! ;P
¿Un blog de la NBA puede cambiar la primavera? No acabo de entender de qué va la cosa, pero si es un elogio lo acepto encantado.
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